El final del verano y la vuelta a la rutina suele provocar un bajón a muchos ciclistas que disfrutaban de las tardes soleadas con su bicicleta. Sin embargo, la realidad es que el otoño es uno de los meses más apropiados para pasear en bici, debido a las condiciones climáticas entre otros aspectos.
Si bien es difícil dejar de llevar ropa larga hasta la primavera, en otoño la inercia de la temperatura se mantiene constante durante los llamados veranillos, llegando en ocasiones hasta noviembre. Es cierto que las mañanas suelen ser frescas a esta hora, pero eso no impide que podamos pedalear a mediodía con ropa corta sin el menor problema, recurriendo en el mejor de los casos a manguitos y chalecos hasta que salga el sol y sintamos sus efectos.
Además, dependiendo de la región, las lluvias suelen tardar un poco en aparecer y, cuando lo hacen, vienen en forma de tormentas que no suelen durar más de un día, por lo que no es difícil encontrar un día para montar en bici.
Otro aspecto a tener en cuenta es la condición del suelo. En verano el terreno duro y seco crea una pequeña capa de arena superficial con un agarre muy limitado, que genera una tensión constante en cada esquina. Además, el agarre en estas condiciones depende casi por completo del compuesto del neumático, generalmente más blando para un rendimiento óptimo, lo que hace que el terreno los devore rápidamente.
Por último se encuentran los bonitos paisajes de hojas ocres caducas que se forman al entrar el otoño. Mientras pedaleas por la naturaleza, te encuentras con una inmensa variedad de vegetación con un millar de tonalidades distintas, descubriendo un nuevo mundo a cada paso.
Si a todo ello le sumas que en otoño estarás libre de alergia, ya no te quedarán excusas para disfrutar del ciclismo en verano. No lo pienses más y visita nuestro catálogo, donde podrás encontrar la indumentaria perfecta para esta época del año.